Hay personas que te dicen que la escuela secundaria es el mejor momento de tu vida.
Mintieron.
La escuela secundaria es horrible cuando eres como yo, autista.
Ellos piensan que porque no hablo y siempre parezco estar perdida en mi propio mundo, soy estúpida o sorda. Algunos incluso piensan que soy retrasada. No soy ninguna de esas cosas y no me gusta esa palabra.
Sólo porque tengo estos problemas, no significa que es todo lo que soy. Hay mucho más de mí, pero en realidad nadie se toma el tiempo para conocerlo. Al menos eso pensaba hasta Kayden.
Kayden Walker es mala noticia. Pasa su tiempo haciendo que las personas diferentes, al igual que yo, se sientan aún peor con ellas mismas y lo hace con una sonrisa. Es todo lo que no necesito en mi vida, sin embargo, parece que no puedo vivir sin él.
Por dentro, hay más de él solo que tiene miedo de dejar que el resto del mundo lo vea. Lo he visto y lo estoy descubriendo, no somos tan diferentes después de todo…
lo quiero 1
Hay gente que cree que porque no seamos de la forma en que los demás se ven, somos de alguna manera más débil o menos digna de lo que somos. Soy la prueba viviente de que están equivocados. Desde que tengo memoria he sido tratada de manera diferente porque soy sorda. Lo que la gente no nota, es que el que no puedo escuchar lo que dicen, no quiere decir que no sienta el dolor que proviene de sus palabras y acciones.
Soy más que sólo una chica que no puede oír y nunca he estado más decidida a probarlo desde que termine aquí. La Escuela Secundaria Wexfield. Yo sé lo que pasa aquí y sé más sobre el chico que hace que todo suceda. Dillon Murphy es problemas con una P mayúscula. Él sabe cómo hacer daño a los que percibe como más débil que él, y lo hace con una sonrisa.
Lo que no sabe es que sus trucos, no funcionan conmigo porque conozco su secreto. Estoy descubriendo que hay mucho más de Dillon que no quiere que el mundo vea y antes de que mí tiempo aquí se acabe, estoy decidida a hacerle ver, incluso si me cuesta el corazón en el proceso…
lo quiero 2
Números. Son significativos. En mi vida cada uno significa más que el anterior.
Siete años. Dos mil quinientos cincuenta y cinco días.
Ese es el tiempo que ha pasado desde que aprendí que tengo el síndrome de Asperger.
Cinco años. Mil setecientos y veinte días.
El tiempo que he estado en terapia a causa de ella.
Una sala de espera al azar.
Todo lo que hizo fue poner mi mundo al revés, y me entero que incluso en el peor ser humano, hay una historia que contar y, a veces, la tapa de esa historia puede ser engañosa.
Soy Eric Carmen. Ella es Amelia Evans y esta es nuestra historia.
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